La lectura oral se usa en pocas ocasiones en la comparación con otros actos lectores. La lectura en voz alta fue “acallada” por la lectura silenciosa con propósitos interpretativos y comprensivos.
Muchos estudiantes comprenden el sentido de un texto pero son incapaces de leerlo con fluidez, correcta dicción, acentuando correctamente, haciendo pausas, etcétera.
Las prácticas orales requieren de una gran seguridad en lo que se va a comunicar para enfrentarse a un grupo y mucha confianza en las propias capacidades. Éstas últimas solo se logran progresivamente con frecuencia y ejercitación.
Desde este espacio se pretende rescatar la palabra hablada como una manera de revitalizar el aprendizaje y la expresión.
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